domingo, 22 de noviembre de 2015

LAS ESCUELAS MARXISTA Y AUSTRIACA

LA ESCUELA MARXISTA.


La economía marxista es la escuela de pensamiento económico inspirada en la obra de Karl Marx. La mayoría de los conceptos fundamentales de esta escuela fueron desarrollados por Marx en su obra principal "El Capital". Brevemente, explicaré el contenido de esta obra, dividida en tres libros.

Esta escuela, crítica con el capitalismo, señala que este sistema se basa en la explotación de los consumidores y de los trabajadores, y que la solución a estos problemas es deshacernos del capitalismo; y, con él, de la clase emprendedora. Conciben una sociedad socialista como aquella que acabará con las tendencias explotadoras, donde la tendrá motivos mejores y más dirigidos hacia el público y que los líderes promoverán el bien común.

Señalan que el capitalismo tiende a la concentración empresarial. Con cada vez menos empresas estableciendo los términos, el resultado son unos precios cada vez mayores combinados con unos salarios cada vez más bajos. Y conciben un ideal como aquel en el que está basado en la cooperación entre todos y una economía verdaderamente democrática. 

En el ámbito natural estos economistas, señalan que por su propia naturaleza, el capitalismo explota a los trabajadores. Puesto que todo el capital surge del trabajo, los capitalistas, para poder existir, han de pagar a los trabajadores menos de lo que vale su trabajo. Señalando que lo único que puede cambiar esto es la abolición del capitalismo y la instauración de la propiedad comunal de los bienes de producción.

Son defensores de la abolición de la propiedad privada ya que según esta escuela, la propiedad está en el centro de las más serias desigualdades y opresiones en la civilización moderna. Sólo mediante la regulación, las transferencias de pagos, la redistribución de la propiedad y la posesión común puede la sociedad alcanzar la ecuanimidad, la justicia y la dignidad humana para todos. 

Tienen una concepción muy primitiva del dinero, ya que, éste es un vehículo para la explotación que distorsiona los valores reales. El dinero no es ni necesario ni deseable, sino un artilugio artificial de la historia. El progreso social llevará a cambios sociales revolucionarios, que incluirán la eliminación del dinero. Esto acabará con la explotación y redundará en una sociedad dedicada a satisfacer valores reales en vez de beneficios financieros privados.

Como ideas que son más actuales sencillamente recalcar tres.
Sus enseñanzas son totalmente negativas con respecto a la globalización, pues señalan que en el fondo es un vehículo para la explotación de los consumidores y los trabajadores y que el único remedio (persistente en esta teoría) a estos males de la globalización es la abolición del propio capitalismo.
En el tema de la cultura, señalan que el capitalismo conlleva una industria cultural que fabrica falsas preferencias y las personas pueden pensar que la moderna cultura del consumo es la que mejor les satisface pero esto no es cierto. Los negocios se enriquecen mediante la competencia derrochadora entre los consumidores por conseguir un status social y la creación de preferencias por bienes que en realidad nadie necesita. Señalando, por si fuera poco, que el capitalismo aliena a los consumidores de sí mismos, mientras las empresas les explotan para beneficiarse.
Y ya por último, según esta escuela, los mercados son el terreno de juego donde los intereses comerciales explotan a los trabajadores y a los consumidores y que el capitalismo empobrece y aliena a las masas mientras enriquece a una reducida élite.

Como autores conocidos, además de Karl Marx (1818-1883) y Friderich Engels (1820-1895), podemos citar otros adscritos a esta escuela: Vladimir Lenin (1870-1924), Rosa Luxemburgo (1871-1919), Antonio Gamsci (1891-1937) o Oskar Lange (1904-1965) entre otros.


LA ESCUELA AUSTRIACA.

También llamada escuela de Viena, es una escuela de pensamiento económico que defiende un enfoque individualista para la economía. Esta escuela tiene tesis totalmente contradictorias con la escuela marxista, de hecho, son frecuentes sus críticas a la intervención del Estado en la economía. Su fundador fue Carl Menger (1840-1921).

Esta escuela defiende que el origen del crecimiento económico radica en el intercambio voluntario mutuamente beneficioso. Al observar la realidad ven que dentro de la economía de intercambio, los consumidores se gastan una parte de su renta en bienes y servicios para satisfacer sus más inmediatas necesidades. Concluyen que los contratos privados, la competencia en los mercados y las instituciones privadas que hacen posible la inversión y acumulación de capital son todo lo que se necesita para conseguir un crecimiento económico óptimo.

Asimismo defienden que el valor económico intrínseco de las cosas es nulo y que es un elemento subjetivo, que atribuye valor a las cosas. Un objeto es valioso sólo porque hay al menos un ser humano que cree que este objeto puede ayudar a satisfacer sus deseos subjetivos.

Esta escuela es muy crítica con los sindicatos, al considerarlos monopolios del mercado laboral, ya que se benefician de un privilegio otorgado por el gobierno. Esto reduce el empleo de los trabajadores de baja productividad y disminuye la producción total de bienes de consumo. Además, el liderazgo de los sindicatos es a menudo corrupto y se aprovecha de los propios trabajadores afiliados.

Alaban la función emprendedora al señalar que los emprendedores desempeñan una función indispensable en la sociedad. Los emprendedores están alerta ante las oportunidades de beneficio y hacen valoraciones referidas al futuro. La competencia en estas oportunidades produce pérdidas y beneficios en los balances que, a su vez, generan los precios del trabajo y del capital. Esta competencia dirige los recursos a la satisfacción de los deseos más apremiantes de los consumidores.

Los economistas de la Escuela Clásica llevaban razón al definir un monopolio como un privilegio otorgado por el gobierno, puesto que conseguir derechos legales para ser el productor preferido es la única forma de mantener un monopolio en el mercado.

Según estos economistas, en las ciencias sociales la igualdad no es un término ajustable. Los seres humanos son desiguales en sus talentos, oportunidades y voluntad de conseguir cosas. Desigual no significa superior o inferior; significa meramente distinto. Las diferencias son, precisamente, el origen de la división del trabajo y, en el mercado, no llevan al conflicto sino a la cooperación. La igualdad sólo debería tener lugar ante la ley, que debería tratar a todos los individuos por igual sin prestar atención a las circunstancias de su vida.

En contraposición con la escuela marxista, son defensores del comercio internacional, pues aumenta los niveles de vida mediante la productividad facilitando la especialización. Una mayor especialización y división del trabajo aumentan la productividad del trabajo. Señalando que la difusión del capitalismo global es clave para el desarrollo económico sostenible en todo el mundo. Por lo tanto, la globalización es buena tanto para los consumidores en el mundo desarrollado como para los trabajadores en los países en desarrollo. 

También defienden como una parte importante del proceso de coordinacnión de la producción el mercado de valores. Los precios del mercado de valores reflejan la productividad de las empresas así como los criterios empresariales referentes a la productividad futura. La competencia en los mercados de valores nos permite verificar el valor de la inversión real.

Los salarios representan la productividad descontada del trabajo en satisfacer la demanda de los consumidores (la famosa plusvalía que la escuela marxista no comprende). La demanda de bienes de consumo se traduce en demanda de trabajadores. Critican la intervención pública en los mercados (por ejemplo, leyes de salario mínimo) porque ésta provoca desempleo entre los trabajadores menos productivos.

A diferencia de la escuela marxista defienden la propiedad privada, pues ésta propiedad es una relación que surge de forma natural entre los seres humanos y las cosas materiales. La propiedad y los derechos de propiedad hacen posible el cálculo económico, una más amplia y más productiva división del trabajo y, por lo tanto, un incremento en los niveles de prosperidad. Efectivamente, la propia civilización es inconcebible en ausencia de propiedad privada. Cualquier infracción contra la propiedad da lugar a una pérdida de libertad y prosperidad.

Por otro lado, señalan que en el fondo el dinero siempre surge del trueque. Las dificultades de encontrar socios de negocios en el sistema de trueque lleva a la aparición de bienes dinero. Bienes durables, transportables y divisibles como el oro y la plata suelen acabar por imponerse como los mejores dineros. El dinero y las instituciones con él relacionadas aparecen como consecuencia no intencionada del comercio interesado. Siendo muy críticos con la intervención del gobierno, pues ésta tiende a causar inflación y otras distorsiones.

Conciben el ahorro como algo positivo. Pues aunque éste significa posponer el consumo actual, es esencial para la formación del capital.

El ahorro (que significa posponer el consumo actual) es pero no hay ningún ratio entre consumo y ahorro socialmente óptimo que debiera predominar en la sociedad. Todo depende del nivel social de preferencia temporal, esto es, hasta qué punto las personas prefieren bienes presentes antes que bienes futuros. Los individuos pueden elegir consumir en vez de invertir o viceversa. La intervención del Estado puede sesgar estas elecciones, subsidiando o gravando el ahorro o el consumo o ambos. Para tener una combinación que refleje las elecciones más económicas, el gobierno no debería tener ninguna política respecto al ahorro, incluso en el caso del ahorro para las personas mayores.

Por último, no son defensores de la propiedad comunal de los bienes de producción (por ejemplo, fábricas), pues hace que los mercados de bienes de capital (por ejemplo, maquinaria para fábricas) sean imposibles. Esto se explica ya que en ausencia de los precios de mercado, que surgen de un marco de propiedad privada, no hay ni pérdidas ni ganancias y, por lo tanto, no hay ninguna base racional para dirigir el uso de los bienes de capital hacia las demandas más urgentes de los consumidores de la manera menos costosa.

ECONOMISTAS PERTENECIENTES A ESTA ESCUELA.

Además del propio fundador ya mencionado podemos destacar los siguientes:

Ø      Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914).
Ø      Ludwig von Mises (1881-1973).
Ø      Frederich August von Hayek (1899-1992).
Ø      Murray Newton Rothbard (1926-1995).

Ø      Hanss-Hermann Hoppe (1949-).

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