domingo, 18 de septiembre de 2016

GRANDES ECONOMISTAS: ADAM SMITH (1723-1790)


Estamos ante el que puede ser el economista más famoso del mundo, considerado como padre de la economía moderna (con permiso de los escolásticos de Salamanca) al ser el autor de una teoría que combina historia, naturaleza humana, ética y desarrollo económico de una manera realmente ejemplar.
Adam Smith nació en 1723 en la pequeña ciudad escocesa de Kirkcaldy, justo al norte de Edimburgo, y fue el hijo único de un padre que murió pocos meses antes y de una madre que vivió noventa años.

A los 14 años, obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Glasgow y más tarde otra para la Universidad de Oxford. Fue uno de los filósofos más importantes de su época y pronunció conferencias sobre ética, teología natural, jurisprudencia y economía política. Fue discípulo de Frances Hutcheson, amigo de David Hume y François Quesnay, y consta que sus discípulos viajaban de varios países a escuchar sus ideas progresistas sobre la filosofía moral que fue la base de la ética kantiana.

En 1764, Smith dejó la enseñanza para aceptar un puesto como tutor para el hijo de un duque y pasó varios años en el continente, en particular Francia, tomando contacto con muchos pensadores franceses como François Quesnay, la figura principal del movimiento de los Fisiócratas, considerada como la primera escuela de pensamiento económico después de la escolástica de Salamanca. Quesnay es el autor del "Tableau economique" y el constructor de los esquemas del flujo circular de la renta y el gasto, que ejerció una gran influencia en Smith. A su regreso, se retiró a su ciudad natal y pasó diez años en el estudio y la escritura, repensando las ideas de los fisiócratas que pensaban que cualquier política que produjera el efecto de ampliar el flujo circular era coherente con el crecimiento económico.

La teoría de los sentimientos morales.

Aunque Adam Smith era tímido y retraído, fue un excelente profesor y conferencista, querido por colegas y discípulos. En 1759, a los 36 años, publicó el primero de sus dos libros, la teoría de los sentimientos morales, considerada una obra cumbre y excepcional en la historia intelectual del mundo, aplaudida por David Hume, pese a tensionar su Tratado de la naturaleza humana. Se trata de una obra pionera en la ética y la filosofía moral, que precede a la obra de Immanuel Kant. No es extraño que Kant dedique siempre palabras generosas a Adam Smith.

La importancia de esta obra es el cuestionamiento que hace Smith a la tesis de Thomas Hobbes planteadas en el Leviatán (1651) que considera al hombre un depredador del hombre (el hombre es el lobo del hombre). Smith se opone a la idea de un hombre inseguro y precario que ve en otro hombre a un competidor con el cual tendrá una guerra a muerte. Para Hobbes, es esta precariedad humana la que obliga la creación del Leviatán, el Estado Político al cual el hombre transfiere su libertad y, por tanto, su capacidad de asesinar. Casi 90 años más tarde, Hume fue muy débil en su tratado de la naturaleza humana. El cambio radical lo hace Smith, quien demuestra que el hombre tiene la facultad de empatía, lo que permite a un sujeto ponerse en el lugar de otro sujeto. Con esto ofrece una concepción dinámica e histórica de la naturaleza humana, criticando la concepción de su maestro y amigo.

La riqueza de las naciones.


El análisis sobre el proceso de crecimiento económico está desarrollado en esta obra, publicada en 1776 (en el año de la independencia de Estados Unidos y de la muerte de David Hume). Su nombre original es "Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones". En esta obra Smith continúa su línea antihobbesiana demostrando que el hombre es un ser social que colabora y participa con otros hombres. Temas como la división del trabajo (con su clásico ejemplo de la fabricación de alfileres), el origen y uso del dinero, los precios de los bienes, los salarios, los beneficios de los accionistas, la renta de la tierra y la fluctuación de los valores de la plata y el oro son analizados en los cinco libros que componen esta tesis.

En el libro II, Smith se aventura ya a esquematizar una tesis sobre el capital y una distinción sobre el trabajo productivo y el trabajo improductivo (tema que retomará Marx casi cien años después). En el libro III traza un relato del desarrollo de Europa desde la caída del Imperio Romano, mientras que en el libro IV analiza y critica las políticas comerciales de los países europeos, trazando argumentos a favor del libre comercio. Toda la extensión del libro V la deja para la recaudación de tributos, con gran detalle histórico sobre los diferentes métodos de defensa, administración de justicia, el poder de la Iglesia, el origen y el crecimiento de los ejércitos, y el manejo de la deuda pública en las naciones modernas. Como puede verse, Smith aborda temas de gran variedad y relevancia.

El éxito que tuvo esta monumental obra opacó el éxito alcanzado por su otra obra, la teoría de los sentimientos morales, en una brecha que se ha acrecentado con el tiempo. Incluso en muchos casos, se toma esta obra como la central del pensamiento de Smith sin hacer referencia a la predecesora. Este abandono es más claro en las relaciones entre ética y economía que plantea Smith en su primera obra, así como en la necesidad de reconocer la pluralidad de las motivaciones humanas, y las exigencias que pone a la racionalidad.

Hay que tener en cuenta un elemento en el análisis de la obra de Smith. La influencia de la "fábula de las abejas" de Bernard de Mandeville, texto que argumenta que los vicios individuales hacen la prosperidad pública. Este elemento se convierte en uno de los temas centrales, pues señala que la motivación para el cambio económico en el mercado no tiene que valerse de ningún otro objetivo más que la búsqueda del interés propio:
"No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero que esperamos nuestra cena, sino de su relación con su propio interés. Nos dirigidos, no a su humanidad sino a su amor propio".   

En la tradición de la interpretación de Smith como el gurú del egoísmo (así se le ha llamado), la lectura de su obra no es mayor que esas líneas, pero no habla nada de la distribución o producción, sino meramente del intercambio. Smith discute el funcionamiento del sistema económico en general, y del mercado en particular, en relación a que los seres humanos no se guían solo por el beneficio propio; pues sostiene que la humanidad, la justicia, la generosidad y el espíritu público, son cualidades centrales para el funcionamiento de la sociedad.

La mano invisible.

Estamos ante una de las ideas centrales de Smith, muy polémica, pues se le ha achacado en pecar excesivamente de una confianza ciega en el mercado, lo que no es del todo cierto. Veamos lo que dice textualmente para salir de dudas:
"Pero es sólo por su propio provecho que un hombre emplea su capital en apoyo de la industria; por tanto, siempre se esforzará en usarlo en la industria cuyo producto tienda a ser de mayor valor o en intercambiarlo por la mayor cantidad posible de dinero u otros bienes (…) En esto está, como en otros muchos casos, guiado por una mano invisible para alcanzar un fin que no formaba parte de su intención. Y tampoco es lo peor para la sociedad que esto haya sido así. Al buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea hacerlo".

En los tiempos de Smith una de las obras cumbres de la ciencia eran los Principios Matemáticos de Isaac Newton (1667). Es el propio Newton el que introduce la idea de la mano invisible cuando, al referirse a los astros en el Universo, señala que estos parecen estar ordenados por la mano invisible de Dios. A Smith le gustaba esta idea de una mano invisible que ordena las actividades en el mercado, pero asegura que nadie puede estar guiado por motivos de rentabilidad pura. Smith está convencido de que para el correcto funcionamiento de una economía de mercado se deben regular sus errores. Por eso defiende las ideas de la Economía Política que buscan asegurar al Estado los ingresos suficientes para proveer los servicios públicos como la educación gratuita y el alivio a la pobreza.

El tema de la desigualdad y la pobreza es clave para Smith y por eso las políticas económicas deben enmendar esta falla. Smith es plenamente consciente de que una ampliación de la desigualdad puede arrastrar al colapso a la economía de mercado, y por eso que para su correcto funcionamiento el Estado debe garantizar el acceso de todos los agentes económicos a los mecanismos de mercado, sea por la vía de la regulación o por la de intervención. Al contrario de las ideas que se han masificado, Smith fue un claro defensor de la estructura institucional y de los valores sociales que trascienden el afán de lucro. Con la introducción de las ideas de una economía de mercado abierta a todos los hombres, Smith consigue superar el conflicto entre Estado e individuo. Hace 230 años y en las puertas de la revolución industrial, Smith visionó un futuro prometedor para la humanidad donde los temas de ética y desarrollo son indisolubles.


JIV

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