En esta serie de posts se van a ver brevemente la historia
de los grandes economistas y sus aportaciones al ámbito de la ciencia
económica. Será una serie de carácter mensual (intentaré que así lo sea) en
donde, por orden cronológico, más o menos, trataremos de ver a los economistas
más notables de la historia económica.
Pues bien, empecemos por el que se considera fundador de la escuela
(o escolástica) de Salamanca. Francisco de Vitoria.
Francisco nació en Burgos, de una familia procedente de
Vitoria ingresó en la orden de los dominicos en 1504, que
ejerció gran influencia en su época y en años posteriores.
Recibió desde niño una buena formación humanística. Lo
que sin duda influyó de manera determinante en su obra y pensamiento.
Fue especialmente influyente por sus aportaciones
al derecho, aunque también tuvieron gran repercusión sus estudios sobre
teología y sobre aspectos morales de la economía. No
escribió personalmente todas sus obras, sino que han llegado recogidas por sus
alumnos o por secretarios a partir de sus lecciones y relecciones (repeticiones
que resumían al final del curso las lecciones del año). Sus enseñanzas y
métodos pedagógicos dieron su fruto en forma de numerosos teólogos, juristas y
universitarios a los que bien enseñó directamente o bien se vieron influidos
por sus teorías.
Fue enviado a París, donde estudió artes y
teología. Regresó a España en 1523 como profesor de
teología en el colegio de San Gregorio de Valladolid, hasta que
en 1526 obtuvo la cátedra de teología de la Universidad de
Salamanca. Introdujo la Suma Teológica de Tomás de Aquino como
el libro de texto básico en teología. Puesto que ya en aquel entonces Salamanca
era una de las universidades más prestigiosas de España y Europa,
el tomismo fue pronto adoptado por otras, difundiéndose
el realismo aristotélicotomista.
Francisco de Vitoria falleció en Salamanca el 12 de agosto
de 1546. Dentro de su amplia obra nos centraremos brevemente en la parte
económica.
Una de las frases lapidarias de Francisco de Vitoria es la
siguiente: "Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres
malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían
más y pondrían menos en el granero de la comunidad". En otras palabras, es
partidario de la propiedad privada (recordemos que estamos en el siglo XVI lo
que sin duda creo que es un gran avance filosófico).
Francisco teorizó abundantemente sobre la economía desde un
punto de vista moral. La doctrina católica de su tiempo tenía el afán
de lucro de los comerciantes por pecado, y los comerciantes se
dirigieron a él para solventar sus dudas pues, o dejaban el comercio, o se
condenaban, lo que le indujo a tratar temas económicos.
Según Francisco el orden natural se basa en la libertad de
circulación de personas, bienes e ideas. De esta manera los
hombres pueden conocerse entre sí e incrementar sus sentimientos de hermandad.
Esto implica que los comerciantes no son moralmente reprobables, sino que
llevan a cabo un servicio importante para el bien común o bienestar
general. Estas ideas son radicalmente opuestas a las que había mantenido
tradicionalmente la Iglesia Católica en su pensamiento teológico, y suponen a
mi juicio una auténtica revolución en el pensamiento, pues supone el comienzo
del liberalismo como tal en la historia moderna.
JIV
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