Entramos ya en el último post que trata de la historia del
pensamiento económico. En estos posts se ha tratado de resumir de manera
sencilla y breve las distintas escuelas que desde la historia moderna (siglo
XVI) han surgido para tratar de explicar los fenómenos económicos, desde los más
sencillos y observables hasta los más complejos, con mayor o menor acierto. Pasamos,
pues a las explicar brevemente las dos escuelas que han surgido recientemente en
la segunda mitad del siglo XX: La escuela estructuralista y la escuela
solidaria.
ESCUELA ESTRUCTURALISTA.
Esta escuela tiene como objetivo principal estudiar los
problemas de las empresas y sus causas prestando especial atención a los
aspectos de autoridad y comunicación. Considerando que hay cuatro elementos
comunes a todas las empresas: autoridad, comunicación, estructura de
comportamiento y estructura de formalización.
Tiene su origen en los años 50 y nace como consecuencia de
la baja productividad, debido a que las corrientes existentes habían tenido en
cuenta a la productividad o al personal pero en forma aislada. Estando
integrada por psicólogos y sociólogos que se dedican a estudiar el
comportamiento humano.
Lo que pretende esta escuela es equilibrar los recursos de
la empresa, prestando atención tanto a su estructura como al recurso humano.
Por lo que es una escuela, al igual que la monetarista, limitada a un ámbito de
la economía, en este caso, la empresa.
Como autores podemos citar a dos: Ralf Gustav, Barón de
Dahrendorf (1929-2009) y Amitai Etzioni (1929-).
ECONOMÍA SOLIDARIA.
Esta nueva economía es una forma de producción, consumo y
distribución de riqueza centrada en la valorización del ser humano y no en la
priorización del capital. Promueve la
asociatividad, la cooperación y la autogestión, y está orientada a la
producción, al consumo, y a la comercialización de bienes y servicios, de un modo
principalmente autogestionado, teniendo como finalidad el desarrollo ampliado
de la vida.
Defiende el entendimiento
del trabajo y en el trabajo, como un medio de liberación humana, en el marco de
un proceso de democratización económica, creando una alternativa viable a la
dimensión generalmente alienante y asalariada del desarrollo del trabajo
capitalista.
Esta economía puede ser vista de dos formas:
Ø
Como la parte del sector terciario, donde la
actividad económica se orienta a expresar solidaridad práctica con las personas
y las familias. Esto contrasta con las definiciones de sector público o privado
tradicionales.
Ø
Como una actividad que promueve construir una
economía y una cultura de solidaridad, que trasciende de los efectos del
capitalismo, pero que no defiende el fin del mismo, sino convivir con éste.
Asimismo, se defiende que esta economía debe ser una estrategia
posible de lucha contra las desigualdades sociales y el desempleo.
Como consecuencia de la autogestión y de las soluciones
colectivas de gestión democráticas, las decisiones son tomadas en este ámbito
en asambleas de socios, en donde rige el principio "cada socio un
voto", para que así se considere a todos los socios equiparados unos con
otros, sin que importe la función o la posición administrativa o la antigüedad
de cada socio en el emprendimiento (en otras palabras un cooperativismo del
siglo XXI).
Además, como alternativa a las monedas convencionales,
pretende utilizar una moneda social, destinada únicamente al comercio en
determinadas zonas, pero no una moneda respaldada por un banco central o por el
gobierno, sino basada en el autocontrol y soporte por la comunidad o zona en
donde se utiliza.
Dos son los autores destacados (e ideólogos) de esta nueva
forma de entender la economía: Paul Elliott Singer (1944-) y Euclides André
Mance (1963-).
JIV
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