viernes, 17 de abril de 2020

¿ES LA TEORÍA MONETARIA MODERNA LA SOLUCIÓN A LA CRISIS DEL COVID-19?


Algunos economistas defienden la llamada TMM (teoría monetaria moderna) como la solución a todas las crisis y la mejor de todas. Son, en definitiva, teorías defendidas por determinados partidos políticos como Podemos, o incluso partidos como el FN de LePen en Francia.
De hecho, algunos lo justifican diciendo que es el propio Banco de Inglaterra el que lo está planteando.

No obstante. Voy a explicar porqué están equivocados.

Primero definamos el concepto. Conforme se puede desprender de la obra de Éric Tymoigne y L. Randall Wray, en "Modern Money Theory 101: A Reply to Critics," del instituto de economía del Bard College, en su working paper No. 778 de noviembre de 2013.
Es por tanto una teoría económica que describe y analiza las economías modernas en las cuales la moneda nacional es una moneda fiduciaria, o dinero fiat, emitida por el Estado y de curso legal y forzoso (moneda, por tanto basada en la confianza que se tiene en el emisor en el pago y no basada en metales preciosos u otros activos). El punto clave de la TMM es que "un Estado monetariamente soberano es el proveedor monopolista de su moneda y puede emitir moneda de cualquier denominación en formas físicas o no físicas. Como tal, tiene una capacidad ilimitada para pagar los bienes que desea comprar, cumplir con los pagos prometidos en el futuro, y posee una capacidad ilimitada para proporcionar fondos a los otros sectores, por lo que la insolvencia y la bancarrota de este Estado no es posible, siempre puede pagar, imprimiendo más dinero, porque la deuda se monetiza.
Por consiguiente cualquier política de gasto es viable (incluso la de la Renta Básica Universal) porque el gobierno tiene capacidad ilimitada de endeudamiento y siempre será posible mantener tal nivel de gasto porque la fe en la capacidad de pago del Estado se mantiene, al poder éste imprimir moneda fiduciaria sin ningún límite.

Esta teoría si nos fijamos bien hace aguas por todos los lados.

Primero indica que la moneda fiduciaria se basa en la fe o confianza en el emisor, y no porque esté respaldada por activos valorables económicamente. Por poner un ejemplo, un billete de 50 € no valdría porque está respaldado por activos (oro, metales preciosos, activos financieros…) cuyo valor es de 50€, sino que vale esa cantidad porque se tiene una confianza y fe generalizadas en la capacidad de pago del emisor (el Banco Central y por ende el Estado).
Esto quiebra desde el momento en el que el Banco Central es independiente del Estado. Como puede ser el BCE o la Fed.
Asimismo se dice que esta fe está respaldada en que el Estado no es posible que quiebre o devenga insolvente, que imprime más dinero y ya está, problema resuelto. Pretender solventar un problema devaluando una moneda ya sea imprimiendo más dinero o modificando su composición de metales o su valor real no lo soluciona sino que lo posterga en pos de un milagro que nunca va a llegar. La historia está llena de estas quiebras (España con Felipe II tuvo 3, y la más reciente la de Argentina), o el default de Grecia por ejemplo.

Segundo. Nos dice que el Estado tiene capacidad ilimitada para pagar los bienes y servicios con los pagos prometidos en el futuro y que posee una capacidad ilimitada de proporcionar fondos. Siempre imprimiendo dinero.
Pues bien, esta teoría choca con la estabilidad de precios. Y lo que es peor, es que directamente genera inflación y ésta no es solo un fenómeno monetario, pero directamente no se puede excluir esta característica.
La inyección de dinero en el sistema como medio ordinario de financiación presupuestaria es, en efecto, una peligrosa fuente de inflación que resulta rigurosamente incompatible con una política de estabilidad de precios, preocupación que siempre debe de estar presente en cualquier política monetaria.  

En efecto, hasta determinados economistas nada sospechosos de ser liberales y contrarios a políticas expansionistas de gasto público como solución a todos los problemas. Como Paul Krugman que cree que la visión expuesta por la teoría monetaria moderna, según la cual el déficit no es importante, siempre y cuando el Estado tiene su propia moneda es "simplemente incorrecta." Afirma que esta teoría es también incompatible con el déficit presupuestario del gobierno e ignora las implicaciones en términos de inflación por mantener el déficit presupuestario cuando la economía está creciendo (Véase "Deficits and the Printing Press (Somewhat Wonkish)”, artículo publicado en The New York Times, el 25 de marzo de 2011.

Y tercero. Se señala que cualquier país que emita deuda sólo en su propia moneda y tenga un tipo de cambio flotante es monetariamente soberano. Esto significa que no se le puede obligar a pagar su deuda, es decir, los Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Suecia, Suiza, Dinamarca, Canadá, Nueva Zelanda, Islandia.
Qué curioso, que los únicos países que cumplen con los requisitos para la TMM son los más liberales y prósperos. Dicho de otro modo: los únicos países que podrían implementar la TMM son lo que nunca lo harán porque ya funcionan bien gracias al liberalismo.
En otras palabras, que no funciona. La teoría lo aguanta todo, pero la realidad tiende a ser muy tozuda.


Conclusión.

Hagamos el favor de buscar soluciones realistas, no nos vayamos a lo fácil y engañemos a la gente. Y sobretodo, por favor, no repitamos errores del pasado, pensando que esta vez va a ser diferente. 

JIV

DE VUELTA

Tras casi dos años de ausencia por motivos profesionales y personales, he decidido volver a retomar este blog.

Intentaré hacer al menos un artículo al mes. Con un objetivo a medio plazo de escribir dos artículos al mes.

Parece que estos tiempos de confinamiento me han permitido tomar esta decisión que llevaba tiempo meditando. 

Esperando que la vuelta sea del agrado suyo, estimado lector. Empecemos con la publicación primera. Muy ligada a lo que está pasando en el contexto actual.

JIV

domingo, 4 de febrero de 2018

GRANDES ECONOMISTAS: JOHN STUART MILL (1806-1873)


Tras un largo período de ausencia de estos grandes protagonistas de la historia del pensamiento económico, volvemos con uno de los grandes de su tiempo.

John Stuart Mill nació en Londres en 1806. Fue el hijo mayor del economista e historiador James Mill, autor del compendio historia de la India Británica, un pensador adicto a las tesis de Bentham y David Ricardo. Estas circunstancias favorecieron la formación de Mill, sometido a un riguroso método de enseñanza desde la infancia más tierna. Familiarizado con el griego, el latín y los grandes clásicos, a los doce años escribe una historia de Roma y termina de escribir un libro en verso. A los trece, su padre le da un curso de economía política basado en las ideas de David Ricardo.

I) Educación completa a los trece años.

A los 14 años fue a Francia con el objetivo de realizar estudios de filosofía, derecho y economía, enseñanzas y estudios que le influenciarán en sus primeras obras.
Su base filosófica reside en Bentham, Locke, Hume, Berkeley, y Hartley, junto a los pensadores de la escuela escocesa del sentido común, Reid y Duyold Stewart.
Hacia 1822 funda una sociedad utilitarista y animó, en unión de varios amigos, otra sociedad de oradores, donde se debatía de filosofía y política.
La portentosa y sólida educación que tuvo nunca le hizo perder la humildad. En palabras textuales suyas:
"Lo que yo puede hacer, seguramente, puede hacerlo cualquier muchacho o muchacha de capacidad media y de una constitución física sana; y si yo he hecho algo, lo debo, entre otras afortunadas circunstancias, al hecho de que gracias a la anticipada preparación con que me favoreció mi padre, yo partí puedo decirlo francamente, con la ventaja de un cuarto de siglo sobre los de mi edad".

En 1823 fue nombrado Examiner de la East India Company, cargo al que debió una desahogada posición económica durante toda su vida.
En este año publica en The Traveller de Londres su primer artículo sobre economía.
En esta época desarrolla también una intensa labor de escritor, colaborando en la Westminster Review, fundada por Bentham. Sin embargo, a la edad de 20 años, Mill, sufre una severa y prolongada depresión mental producto de las exigencias intelectuales de su padre, quien abusó de los principios de la psicología asociacionista de Bentham y sus ansias de tener un hijo genio. Además de romper con su padre, esto marca en él un cambio que lo hace volcarse hacia las obras de poetas románticos como Coleridge y Wordsworth, y especialmente se vuelca en las ideas de los filósofos franceses de la ilustración.

II) Obras de madurez.

Durante su crisis lee obras del filosofo Auguste Comte, el que inaugura la tradición de la sociología como ciencia general del hombre, y siente gran simpatía hacia estas ideas. Comte es el padre del positivismo, y pensaba que la economía debería subsumirse a esta ciencia más general, dado que la economía, como ciencia deductiva, carece de relevancia empírica e histórica.

Nuestro protagonista mantiene una larga correspondencia con Comte, y a partir de 1834 dirige la revista London And Westminster prepara su Sistema de la Lógica. Le sigue en 1848 sus Principios de Economía Política. Estas dos obras aseguraron su reputación como uno de los pensadores más sobresalientes de la época.
De ahí, su obra fue ejemplar. De la que podemos señalar las siguientes:

Ø      El utilitarismo. Obra de 1843. Considerada clave, pues a John Stuart Mill se le considera padre del utilitarismo.
Ø      Sobre la Libertad, Pensamientos sobre la reforma parlamentaria, Disertaciones y Discusiones, obra escrita en 1859.
Ø      Consideraciones sobre el gobierno representativo. Obra de 1861.
Ø      Examen de la filosofía de Sir William Hamilton (1865). En el mismo año escribe, Augusto Comte y el positivismo.
Ø      Inglaterra e Irlanda. Ensayo escrito sobre las dos naciones en 1868.
Ø      La esclavitud de las mujeres. Considerado el primer manifiesto feminista, escrito en 1869.
Ø      Capítulos y Discursos sobre la cuestión de Irlanda. Otra vuelta de tuerca del debate político inglés, de 1870.
Ø      Su autobiografía, escrita en 1873.
Ø      Tres ensayos sobre la religión, de 1874. Obra publicada de manera póstuma.

III) Contribuciones al pensamiento económico.

En su obra de 1848 anteriormente citada, se hace cargo de las críticas de Comte y reconstruye los fundamentos filosóficos y metodológicos que establecieron a la economía política como disciplina autónoma.
En estos Principios de Economía Política, reafirma el marco ricardiano, incorporando nuevas ideas y el respaldo de evidencias en numerosas materias de política económica. Este libro se convirtió en el texto de lectura obligada en materia económica durante cuarenta años, hasta que fue reemplazado por los principios de economía de Alfred Marshall en 1891.
En su obra. Mill elaboró varias de las ideas de David Ricardo y Adam Smith, ayudando a desarrollar los conceptos de economías de escala, costo de oportunidad y ventaja comparativa.

Mill fue un gran defensor de la libertad, por dos motivos. Porque la sociedad como conjunto maximiza su utilidad si cada persona es libre de tomar sus propias decisiones, y porque la libertad es necesaria para el desarrollo de cada persona como un ser completo.
En su celebre ensayo sobre la utilidad, Mill alude a la gran idea motora de la historia del hombre: la libertad social o civil, la naturaleza y los límites del poder que puede ser ejercido de forma legítima por la sociedad sobre el individuo.

Las propias circunstancias personales de su vida, lo llevaron a seguir el principio de reciprocidad kantiana, que establece el límite de la libertad individual en el punto en que perjudica la libertad de otro. También aceptó el despotismo y autoritarismo cuando las circunstancias así lo justifiquen, especialmente justificó el despotismo de la autoridad en sociedades atrasadas, cuando el déspota persigue los intereses del pueblo y no los propios. Mill detectaba un gran peligro en la volubilidad de las masas, en el conformismo complaciente y manipulable de las mayorías, y por ello toma conciencia que los valores de la individualidad y los valores de la sociedad comienzan a gestarse como fuerzas opuestas, tendentes a la ruptura de ese equilibrio idealizado como armonía del mundo.

Por eso, Mill no es un defensor del laissez-faire, y tampoco piensa que los contratos y los derechos de propiedad formen parte de la libertad.
Como principal autor del liberalismo, favorece la herencia fiscal, el proteccionismo y la regulación, comenzando por regular las horas de trabajo de los empleados, para evitar horas abusivas. Asimismo, argumenta en contra del crecimiento ilimitado que permite la revolución industrial, por el inevitable impacto que se tiene sobre el deterioro de la naturaleza. Fue, por tanto, uno de los primeros medioambientalistas, y uno de los primeros luchadores por la igualdad de derechos.

Quizá uno de los aspectos más desconocidos de nuestro protagonista es su relación con su esposa, Harriet Taylor, a quien conoció en 1830 y se casó veinte años después, tras la muerte de John Taylor, su marido. Harriet fue una filósofa que aún hace historia con sus escritos sobre los derechos de la mujer, y fue la principal inspiradora de los debates intelectuales de nuestro amigo. A él le sedujo la belleza y capacidad intelectual de Harriet y a ella que él la tratara como un igual intelectual. Fue la primera en criticar los efectos degradantes de la dependencia económica de las mujeres por los hombres.
Tras su muerte en 1858, nuestro querido amigo le dedicó el ensayo sobre la libertad con (y cito textualmente) esta dedicatoria:
"a la querida y llorada memoria de quien fue la inspiradora de lo mejor que hay en mis obras; a la memoria de la amiga y de la esposa, cuyo vehemente sentido de la verdad y la justicia fue mi más vivo apoyo y en cuya aprobación estriba mi principal recompensa".

John Stuart Mill dedicó el resto de su vida a escribir su monumental legado económico, filosófico y político, hasta el día de su muerte, el 8 de mayo de 1873.


JIV