La economía
marxista es la escuela
de pensamiento económico inspirada en la obra de Karl Marx. La
mayoría de los conceptos fundamentales de esta escuela fueron desarrollados por
Marx en su obra principal "El Capital". Brevemente,
explicaré el contenido de esta obra, dividida en tres libros.
Esta escuela, crítica con el capitalismo, señala que este
sistema se basa en la explotación de los consumidores y de los trabajadores, y
que la solución a estos problemas es deshacernos del capitalismo; y, con él, de
la clase emprendedora. Conciben una sociedad socialista como aquella que
acabará con las tendencias explotadoras, donde la tendrá motivos mejores y más
dirigidos hacia el público y que los líderes promoverán el bien común.
Señalan que el capitalismo tiende a la concentración
empresarial. Con cada vez menos empresas estableciendo los términos, el
resultado son unos precios cada vez mayores combinados con unos salarios cada
vez más bajos. Y conciben un ideal como aquel en el que está basado en la
cooperación entre todos y una economía verdaderamente democrática.
En el ámbito natural estos economistas, señalan que por su
propia naturaleza, el capitalismo explota a los trabajadores. Puesto que todo
el capital surge del trabajo, los capitalistas, para poder existir, han de
pagar a los trabajadores menos de lo que vale su trabajo. Señalando que lo
único que puede cambiar esto es la abolición del capitalismo y la instauración
de la propiedad comunal de los bienes de producción.
Son defensores de la abolición de la propiedad privada ya
que según esta escuela, la propiedad está en el centro de las más serias
desigualdades y opresiones en la civilización moderna. Sólo mediante la
regulación, las transferencias de pagos, la redistribución de la propiedad y la
posesión común puede la sociedad alcanzar la ecuanimidad, la justicia y la
dignidad humana para todos.
Tienen una concepción muy primitiva del dinero, ya que, éste
es un vehículo para la explotación que distorsiona los valores reales. El
dinero no es ni necesario ni deseable, sino un artilugio artificial de la
historia. El progreso social llevará a cambios sociales revolucionarios, que
incluirán la eliminación del dinero. Esto acabará con la explotación y
redundará en una sociedad dedicada a satisfacer valores reales en vez de
beneficios financieros privados.
Como ideas que son más actuales sencillamente recalcar tres.
Sus enseñanzas son totalmente negativas con respecto a la
globalización, pues señalan que en el fondo es un vehículo para la explotación
de los consumidores y los trabajadores y que el único remedio (persistente en
esta teoría) a estos males de la globalización es la abolición del propio capitalismo.
En el tema de la cultura, señalan que el capitalismo
conlleva una industria cultural que fabrica falsas preferencias y las personas
pueden pensar que la moderna cultura del consumo es la que mejor les satisface
pero esto no es cierto. Los negocios se enriquecen mediante la competencia
derrochadora entre los consumidores por conseguir un status social y la
creación de preferencias por bienes que en realidad nadie necesita. Señalando,
por si fuera poco, que el capitalismo aliena a los consumidores de sí mismos,
mientras las empresas les explotan para beneficiarse.
Y ya por último, según esta escuela, los mercados son el
terreno de juego donde los intereses comerciales explotan a los trabajadores y
a los consumidores y que el capitalismo empobrece y aliena a las masas mientras
enriquece a una reducida élite.
Como autores conocidos, además de Karl Marx (1818-1883) y
Friderich Engels (1820-1895), podemos citar otros adscritos a esta escuela:
Vladimir Lenin (1870-1924), Rosa Luxemburgo (1871-1919), Antonio Gamsci
(1891-1937) o Oskar Lange (1904-1965) entre otros.
También llamada escuela de Viena, es una escuela de
pensamiento económico que defiende un enfoque individualista para la economía.
Esta escuela tiene tesis totalmente contradictorias con la escuela marxista, de
hecho, son frecuentes sus críticas a la intervención del Estado en la economía.
Su fundador fue Carl Menger (1840-1921).
Esta escuela defiende que el origen del crecimiento
económico radica en el intercambio voluntario mutuamente beneficioso. Al
observar la realidad ven que dentro de la economía de intercambio, los
consumidores se gastan una parte de su renta en bienes y servicios para
satisfacer sus más inmediatas necesidades. Concluyen que los contratos privados,
la competencia en los mercados y las instituciones privadas que hacen posible
la inversión y acumulación de capital son todo lo que se necesita para
conseguir un crecimiento económico óptimo.
Asimismo defienden que el valor económico intrínseco de las cosas
es nulo y que es un elemento subjetivo, que atribuye valor a las cosas. Un
objeto es valioso sólo porque hay al menos un ser humano que cree que este
objeto puede ayudar a satisfacer sus deseos subjetivos.
Esta escuela es muy crítica con los sindicatos, al
considerarlos monopolios del mercado laboral, ya que se benefician de un
privilegio otorgado por el gobierno. Esto reduce el empleo de los trabajadores
de baja productividad y disminuye la producción total de bienes de consumo.
Además, el liderazgo de los sindicatos es a menudo corrupto y se aprovecha de
los propios trabajadores afiliados.
Alaban la función emprendedora al señalar que los
emprendedores desempeñan una función indispensable en la sociedad. Los
emprendedores están alerta ante las oportunidades de beneficio y hacen
valoraciones referidas al futuro. La competencia en estas oportunidades produce
pérdidas y beneficios en los balances que, a su vez, generan los precios del
trabajo y del capital. Esta competencia dirige los recursos a la satisfacción
de los deseos más apremiantes de los consumidores.
Los economistas de la Escuela Clásica
llevaban razón al definir un monopolio como un privilegio otorgado por el
gobierno, puesto que conseguir derechos legales para ser el productor preferido
es la única forma de mantener un monopolio en el mercado.
Según estos economistas, en las ciencias sociales la
igualdad no es un término ajustable. Los seres humanos son desiguales en sus
talentos, oportunidades y voluntad de conseguir cosas. Desigual no significa
superior o inferior; significa meramente distinto. Las diferencias son,
precisamente, el origen de la división del trabajo y, en el mercado, no llevan
al conflicto sino a la cooperación. La igualdad sólo debería tener lugar ante
la ley, que debería tratar a todos los individuos por igual sin prestar
atención a las circunstancias de su vida.
En contraposición con la escuela marxista, son defensores
del comercio internacional, pues aumenta los niveles de vida mediante la
productividad facilitando la especialización. Una mayor especialización y
división del trabajo aumentan la productividad del trabajo. Señalando que la difusión
del capitalismo global es clave para el desarrollo económico sostenible en todo
el mundo. Por lo tanto, la globalización es buena tanto para los consumidores
en el mundo desarrollado como para los trabajadores en los países en
desarrollo.
También defienden como una parte importante del proceso de
coordinacnión de la producción el mercado de valores. Los precios del mercado de
valores reflejan la productividad de las empresas así como los criterios
empresariales referentes a la productividad futura. La competencia en los
mercados de valores nos permite verificar el valor de la inversión real.
Los salarios representan la productividad descontada del
trabajo en satisfacer la demanda de los consumidores (la famosa plusvalía que
la escuela marxista no comprende). La demanda de bienes de consumo se traduce
en demanda de trabajadores. Critican la intervención pública en los mercados
(por ejemplo, leyes de salario mínimo) porque ésta provoca desempleo entre los
trabajadores menos productivos.
A diferencia de la escuela marxista defienden la propiedad
privada, pues ésta propiedad es una relación que surge de forma natural entre
los seres humanos y las cosas materiales. La propiedad y los derechos de
propiedad hacen posible el cálculo económico, una más amplia y más productiva
división del trabajo y, por lo tanto, un incremento en los niveles de
prosperidad. Efectivamente, la propia civilización es inconcebible en ausencia
de propiedad privada. Cualquier infracción contra la propiedad da lugar a una
pérdida de libertad y prosperidad.
Por otro lado, señalan que en el fondo el dinero siempre
surge del trueque. Las dificultades de encontrar socios de negocios en el
sistema de trueque lleva a la aparición de bienes dinero. Bienes durables,
transportables y divisibles como el oro y la plata suelen acabar por imponerse
como los mejores dineros. El dinero y las instituciones con él relacionadas
aparecen como consecuencia no intencionada del comercio interesado. Siendo muy
críticos con la intervención del gobierno, pues ésta tiende a causar inflación
y otras distorsiones.
Conciben el ahorro como algo positivo. Pues aunque éste
significa posponer el consumo actual, es esencial para la formación del
capital.
El ahorro (que significa posponer el consumo actual) es pero
no hay ningún ratio entre consumo y ahorro socialmente óptimo que debiera
predominar en la sociedad. Todo depende del nivel social de preferencia
temporal, esto es, hasta qué punto las personas prefieren bienes presentes
antes que bienes futuros. Los individuos pueden elegir consumir en vez de
invertir o viceversa. La intervención del Estado puede sesgar estas elecciones,
subsidiando o gravando el ahorro o el consumo o ambos. Para tener una
combinación que refleje las elecciones más económicas, el gobierno no debería
tener ninguna política respecto al ahorro, incluso en el caso del ahorro para
las personas mayores.
Por último, no son defensores de la propiedad comunal de los
bienes de producción (por ejemplo, fábricas), pues hace que los mercados de
bienes de capital (por ejemplo, maquinaria para fábricas) sean imposibles. Esto
se explica ya que en ausencia de los precios de mercado, que surgen de un marco
de propiedad privada, no hay ni pérdidas ni ganancias y, por lo tanto, no hay
ninguna base racional para dirigir el uso de los bienes de capital hacia las
demandas más urgentes de los consumidores de la manera menos costosa.
ECONOMISTAS PERTENECIENTES A ESTA ESCUELA.
Además del propio fundador ya mencionado podemos destacar
los siguientes:
Ø
Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914).
Ø
Ludwig von Mises (1881-1973).
Ø
Frederich August von Hayek (1899-1992).
Ø
Murray Newton Rothbard (1926-1995).
Ø
Hanss-Hermann Hoppe (1949-).