Es muy importante tener presente la importancia de
complementar la pensión pública con el ahorro privado, para que en esos
momentos de garantía y seguridad, el nivel de vida no se vea afectado.
El tema de las pensiones viene de lejos, teniendo en cuenta
la crisis y el problema demográfico.
Según el estudio "los españoles ante el ahorro y la
jubilación" del instituto Aviva (que puede consultarse en este enlace http://www.instituto-aviva-de-ahorro-y-pensiones.es/corporativa/prensa/notas-prensa/los-espanoles-mejoran-su-capacidad-de-ahorro-este-ano-pero-aumenta-la-brecha-entre-hombres-y-mujeres),
el 71 % de los españoles cree que no van a tener pensión pública y si la
recibieran, hay un 84% que piensa que ésta no será suficiente para cubrir los
gastos de subsistencia.
Todo esto pone de manifiesto que la mayoría de los españoles
les preocupa el futuro de las pensiones públicas y que creen necesario
complementarlas. Según se desprende del anterior estudio, además, es en la
población joven donde hay una preocupación más instalada.
Sin embargo el ahorro privado para la jubilación no está
consolidado. Ello es debido principalmente al desconocimiento de estos
productos y a la dificultad de ahorrar. Y otra razón también se debe a que la
jubilación se ve muy lejana en el tiempo y se prefiere disfrutar el presente.
Ya en 2012, la Comisión Europea, publicó un informe titulado
"Libro Blanco, agenda para unas pensiones adecuadas, seguras y sostenibles"
(http://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A52012AR0747),
donde se reflejan las preocupaciones acerca de los sistemas de pensiones.
El objetivo es lograr la sostenibilidad y la adecuación de
las pensiones a largo plazo, así como mejorar las oportunidades para constituir
unos planes de ahorro complementarios seguros.
Estos planes de ahorro, deben tener un papel mayor a la hora
de garantizar las pensiones, por lo que se deben buscar las maneras de mejorar
la rentabilidad, la seguridad y el acceso igualitario de estos planes.
Todo ello debe ir encaminado a constituir estos planes como
un instrumento que contribuya a garantizar unas tasas de reemplazo adecuadas en
el futuro (permitiendo que la gente se jubile sin tener que seguir trabajando
para mantener su nivel de vida).
Asimismo, el consumidor o, mejor dicho, el inversor
particular debe tener más información y conocimientos para así mejorar la
confianza en relación a estos planes.
Esto es una cuestión que en otros países europeos y no
europeos está totalmente interiorizada. Sin embargo, en España el sistema público
es el que soporta prácticamente más de un 70% de lo que es la pensión.
Esto tiene consecuencias sobre el llamado Fondo de Reserva
de la Seguridad Social (que surgió en el año 2000 por una exigencia institucional
para establecer fondos destinados a atender desviaciones entre los ingresos y
gastos de la Seguridad Social, atenuando los efectos de los ciclos económicos
bajos y garantizar un equilibrio financiero), que a día de hoy, solo tiene
liquidez para hacer frente a las pagas extra de verano y Navidad hasta 2018.
EL SISTEMA ESPAÑOL.
El sistema en España es un sistema de reparto. Un sistema
que, según algunos críticos, se basa en un esquema Ponzi: las pensiones se
pagarán siempre que haya suficientes cotizantes por pensionista (se habla de
que lo razonable es que haya 2.5 cotizantes por cada jubilado).
Las variables no son las mismas. Pues la esperanza de vida
es mayor y hay menos cotizantes por jubilado (menos de 2,29 según datos de la
Seguridad Social). Por lo tanto, el sistema debe ser reformado cuanto antes, ya
que los cotizantes deben asumir cinco años más de aportaciones, para sostener
una pensión que es el doble de la cotización durante la esperanza de vida del
jubilado (o sea, retrasar cinco años su jubilación), según un estudio del
Instituto de Estudios Bursátiles.
Asimismo, si tenemos en cuenta los años para el cálculo de
la pensión, la reducción del peso por año cotizado y la prolongación de la vida
laboral, repercutirán a la baja las pensiones, según cálculos de la Fundación
de Cajas de Ahorro.
Todo sin olvidar que la incorporación de los jóvenes es más
tardía, lo que supone un retraso en la entrada de cotizantes.
Por eso es necesario reformar el sistema de pensiones hacia
un sistema que garantice lo mínimo, complementado con planes privados de ahorro
(ya sean en forma de fondos de pensiones o de cualquier otro tipo), de manera
individualizada. Así podemos garantizar que nadie pueda quedarse desamparado
(al no poder sufragar los gastos básicos) y también premiar al ahorrador (sería
interesante analizar porqué la fiscalidad de los planes de pensiones es tan
distinta a la de los planes de ahorro).
JIV